My review
rating: 5 of 5 starsLa relectura de este magnífico libro me ha causado dos placeres. El primero, el haberme reencontrado con un autor del que disfrute en mis años adolescentes, en los que devoré una buena parte de su obra. La segunda, el haber recibido el libro en el día de San Jordi, regalo de mi mujer e hijos.
He disfrutado mucho. La prosa de Hemingway dista mucho de la de Melville. Santiago es un esforzado personaje que se nos hace amable desde la primera página, a diferencia del atormentado capitán Ahab.El pescador cubano tiene la paciencia de Job. Sabe que algún día le llegará su oportunidad y no ceja en su empeño. No bastan los 84 días sin encontrar pesca, ni su pobreza supina. No importa su edad, ni la escasez de medios. Va en busca de su objetivo, sin valorar en exceso las dificultades con las que se encontrará. Confía en sus fuerzas. Y encuentra al pez, a jornadas de la costa. Bellísima es la descripción de la lucha con él. Descorazonadora la vuelta, y las peleas con los tiburones, de las que sabe no saldrá vencedor, y a pesar de ello no se rinde.
La raspa en el mar de la última escena, la pregunta de la turista, y la respuesta del camarero son un elegante epílogo. Sin tener nada que ver con otra obra aquí comentada, me recuerda aquello de que "Todo cambia para que todo siga siendo igual".
Como dice Hemingway, "el hombre puede ser destruido, pero nunca derrotado". Santiago es un claro ejemplo.
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