miércoles, 7 de mayo de 2008

Sándor Marai, "El último encuentro". Barcelona 2007.




Comentario de Juan Mari


Se trata de un libro antiguo, repescado del olvido y con un sorprendente éxito en España. De hecho, en los últimos ocho años han salido 35 ediciones. En el fondo, una vez más, Marai recrea costumbres, situaciones, conflictos del imperio austrohúngaro, aunque el escenario en el que se desenvuelve el drama se reduce a un castillo y su entorno. Su estilo atrae, su lenguaje es preciso, a veces, brillante, aunque sus larguísimos monólogos pueden idificultar una lectura continua. El conjunto desconcierta, porque me queda la duda de si ofrece una caso de amistad implacable o de traición egoista y ramplona.Los rasgos que señala sobre la amistad son los que configuran una amistad verdadera. Recuerdo algunas de estas frases: "La gente no desea nada con más fervor que una amistad desinteresada. La desea con fervor, aunque sin esperanza"; "A veces pienso que la amistad es la relación más intensa dela vida...la relación más estable que puede haber entre los seres humanos", "No hay nada en el mundo que pueda compensar una amistad". Sin embargo, a lo largo de las páginas, encontramos que la relación entre los dos jóvenes no respondía a este ideal. Hablaban mucho, interminablemente, pero, ¿de qué?. A la postre, guardaban tantos secretos cada uno,tantos espacios de su intimidad, que, de hecho, no compartían su vida. y, apàrentemente, no se querían¿Puede darse amistad sin ese encuentro sin tapujos, sin velos, en el cual uno sea el "alter ego" del otro? A veces he pensado que el autor considera que la amistad es un don que una vez logrado nada ni nadie puede romperla porque, no depende de los sentimientos ni de las actuaciones de cada uno: "¿Qué valor tiene una amistad si solo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza"? No se que fuerza tiene ese "solo", pero, ¿se puede amar a una persona sin cualidades? Solo conozco a Dios, que ama a sus hijos prescindiendo de su respuesta.De hecho, al final de la novela uno duda si la espera de los 41 años es la espera de quien ama y quiere saber por qué o es la constancia de quien, traicionado, no comprende por qué. En cualquier caso, vale la pena leerlo. Pero, si yo lo escribiera no me contentaría con una descripción abstracta de la amistad.

sábado, 3 de mayo de 2008

La Leyenda del Santo Bebedor, por Joseph Roth. Ed Anagrama, 92 páginas


Leo este libro esperando a despegar camino de Lisboa. Me lo he regalado el día de San Jorge, y sirve para volver a la novela después de meses interesado por la Historia y biografía novelada.

Al parecer el autor refleja en esta novela su visión de si mismo, a modo de autobiografía parcial, y que es publicada una vez ha muerto. Es el grito de un hombre atrapado por el vino, por el dolor. Nunca ha tenido suerte. En el declive de su vida la diosa fortuna le da una oportunidad. Como todos, su primera intención es devolver el dinero que se le da. Pero de camino a cumplir con su promesa la vida le va poniendo obstáculos, en forma de cotidianidades, que minan su voluntad e imposibilitan la tarea. Por primera vez, ve que la vida no le trata mal, pero es incapaz de apartarse de sus hábitos. El protagonista fracasa en su intento, es el fracaso de una vida en la que a pesar de conocer cual era el camino, a pesar de las múltiples oportunidades que se ofrecen, nos ofuscamos poniendo "el placer antes de la devoción".

Mención especial me parece el prólogo de Carlos Barral, un cántico al tipo de vida que lleva el protagonista, ofreciéndonos, sin embargo, el reverso de la moneda.