lunes, 20 de octubre de 2008

La atracción de Oriente


  Amin Maalouf, "Samarcanda", Alianza Editorial. Madrid 2008

El desconocimiento de la gran mayoría de los europeos por la historia y las costumbres de Oriente es enorme, ese oriente que ya resultaba mágico cuando era cristiano, pre y bizantino; ese Oriente musulmán, pero inmensamente plural: árabe, persa, turco y de otras pequeñas étnias. Musulmán, pero divididó en fuertes y violentamente opuestas ramas: chiitas, sunitas, ismaelitas.... Todos impregnados de un inimitable sensualismo que siempre ha suscitado recelo y envidia en occidente. Partiendo de la largamente mitificada Samarcanda y de un no menos mítico poeta-científico y de su manuscrito secularmente perseguido y admirado, Maalof escribe una obra muy fácil de leer, estructurada en dos partes bien distintas. En la primera describe las andanzas del poeta persa Omar Yayyám en ciudades y regímenes políticós espléndidamente descritos en su belleza, sus intrigas, su crueldad, sus formas de vida. Es un estilo de vida gozoso y sensual, y, sin embargo, aparentemente compatible con el Corán, a pesar de nunca faltaron fundamentalistas que, como siempre, atraían a los pobres de cuerpo o de espíritu. En la segunda parte, co un talante distinto, más histórico y menos atractivo, nos encontramos en el siglo XX, en un Oriente mucho más debíl, en manos de las potencias occidentales, ávidamente dispuestas a chupar el potencial económico de Persia y de cuanto quedaba del imperio otomano, aun costa de mantenerlos en un régimen de opresión. Se trata de una historia real y bien conocida que, ciertamente, no deja en buen lugar a los paíese imperialistas, empezando por Rusia, aunque, habitualmente, no se le encuadre en el grupo. La primera parte , en sus rasgos fundamentales no es estrictamente histórica, pero te adentras en la narración en cuerpo y alma. La segunda, por el contrario, es fundamentalmente histórica, pero instintivamente te quedas al margen. No creo que se trata de la mala conciencia- nuestro grado de vasos cmunicantes no llega a tanto. Sin embargo, con mis límitaciones en el tema, creo poder afirmar que logra describir igualmente bien el ansia, la angustia, la búsqueda denuevas vias, vividas por aquellos pueblos, quienes sin grandes líderes sucumbieron ante los potentes autóctonos y ante los rapaces europeos. Maalouf integra su cultura árabe con la francesa y llega a subyugar en muchas de sus páginas. Mientras tanto, el pueblo español desconocía la existencia de Oriente. No porque rechazase el imperialismo entonces dominante sino porque tampoco conocía Occidente.

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