lunes, 5 de octubre de 2009

Lo maravilloso queda en el título

Tenía idea de haber leído este cuento-bodrio en mi juventud. Ahora lo dudo seriamente, porque no puedo imaginarme que hubiera olvidado tal lectura. No leí la introducción para no condicionar mi encuentro con Carroll. Incluso me propuse preparar mi imaginación a una narración insólita y la he leído con paciencia...infinita. No se si sorprenderme más por la capacidad de coordinar parida tras parida o por la seriedad con que las notas aparentan explicarnos motivos, antecedentes y conexiones. Tras la sufrida lectura me he atrevido con la introducción, que considero más alucinante que el texto. Lo relaciona con Dante, Darwin, con la lógica matemática y con Wittgenstein. Esta creación, dirigida a niños " con un estado de inocencia y honestidad perceptual", me ha encontrado, obviamente, en estado caduco. Por eso solo una obligación ineludible me ha impedido posponer mi viaje a Roma y quedarme en Madrid escuchando a mis eminentes colegas sus impresiones. Espero que el gato de Cheshire se me aparezca en mis sueños romanos y me lo cuente.

4 comentarios:

juan mari dijo...

Tenía idea de haber leído este cuento-bodrio en mi juventud. Ahora lo dudo seriamente, porque no puedo imaginarme que hubiera olvidado tal lectura. No leí la introducción para no condicionar mi encuentro con Carroll. Incluso me propuse preparar mi imaginación a una narración insólita y la he leído con paciencia...infinita. No se si sorprenderme más por la capacidad de coordinar parida tras parida o por la seriedad con que las notas aparentan explicarnos motivos, antecedentes y conexiones. Tras la sufrida lectura me he atrevido con la introducción, que considero más alucinante que el texto. Lo relaciona con Dante, Darwin, con la lógica matemática y con Wittgenstein. Esta creación, dirigida a niños " con un estado de inocencia y honestidad perceptual", me ha encontrado, obviamente, en estado caduco. Por eso solo una obligación ineludible me ha impedido posponer mi viaje a Roma y quedarme en Madrid escuchando a mis eminentes colegas sus impresiones. Espero que el gato de Cheshire se me aparezca en mis sueños romanos y me lo cuente.

Ignacio B. dijo...

Pues a mí el título no me ha parecido maravilloso en absoluto...

Peregrino dijo...

Bueno, podemos pensar que con el título el autor dio pie a un nuevo tipo de literatura, no descubierta antes de su publicación. Yo creo que bajo el mismo se oculta una verdadera revolución, que ha llevado al hombre a descubrir nuevos lenguajes y técnicas de comunicación. Bajo su aparente simpleza se oculta realmente un mundo entero de nuevas acepciones, teorías, propuestas de una sociedad distinta a la que hemos conocido en los últimos siglos. Simbología que no ha pasado desapercibida para los grandes estudiosos del libro, pero que quizá, por razones marketinianas, no les pareció oportuno poner una nota a pie de página en la portada, introduciendo un párrafo que nos descubriese las verdaderas intenciones del autor al titular así la obra (ya he visto en algunos comentarios posteriores que barajó distintos nombres, antes de dar con el adecuado). Probablemente hubiese asustado a su clientela aparente, es decir, la infantil.

Nacho dijo...

Va a ser que no