domingo, 2 de diciembre de 2007

Firmin


Es la primera obra de un personaje pintoresco que parece ha conseguido una entrada triunfal en el mundo de las letras. (esto es lo único que ha quedado de la crónica de Juan Mari, Dios sabe qué ha pasado con el resto -continúo yo, con el riesgo de empobrecer el post, pero me remito a los comentarios al mismo para encontrar sabiduría acerca de este libro).

Pues bien, como decía Juan Marí esta es la primera obra de Sam Savage, un tipo cuando menos estrafalario, si atendemos a la foto que ha elegido para la contraportada de la edición de Seix Barral. Su curriculum tampoco parece para nada convencional.

Comentaba esta mañana con Nacho Cepeda cómo los críticos literarios (intuyo que este es un mal que no se limita a este arte) no parecen últimamente muy objetivos, y se empeñan en ensalzar obras con criterios más económico-marketinianos que con idea de efectivamente aconsejar a sus lectores acerca de obras que merezcan realmente la pena.

Parece que Firmin se encuadra en esta categoría. Gran éxito de crítica no acompañado por el contenido de la obra.

Argumento interesante, basado en la existencia de una rata de biblioteca -en el sentido más literal de la acepción-. Sin embargo, se trata de una novela plana, en la que desde el inicio estas esperando que pase algo que la agite, sin que llegue a pasar. Es más, si me apuro, diría que el gráfico de la obra indicaría una tendencia a la baja, especialmente en la segunda mitad de la misma. Un tal Rodrigo Fresán compara a este autor con Vonnegut, al que también he leído no hace mucho. Sin apasionarme Vonnegut, sinceramente creo que Savage dista bastante de él, y que el surrealismo del final del libro se debe más a falta de ideas que a un verdadero deseo de tener un epílogo digno.

En resumen, obra leíble (fundamentalmente por el argumento), cuyo desarrollo es muy mejorable.

3 comentarios:

juan mari dijo...

Su lectura ha tenido para mí algunos altibajos:la idea de una rata sabia a causa de sus lecturas no es nueva, pero podría resultar sugerente (yo mismo he pensado a menudo qué pensará mi Boby de algunas actuaciones mias), pero me temo que su éxito es muy desigual. El autor, con la escusa de la vida de firmín, va enebrando lecturas y teorías que, a veces, resulta cargante, aunque algunas imágenes tengan su encanto, p.e., Ginger Rogers.

juan mari dijo...

La presentación de Jerry y su inexplicado encuentro con Firmín produce ternura y tiene párrafos deliciosos. De todas maneras, tal como he pensado esta noche, el éxito de los libros hoy en día dependen en gran parte de la habilidad del márqueting.
A medida que leía la narración he reflexionado sobre estos puntos: la capacidad que nos ofrece la literatura de vivir mil vidas distintas, enriqueciendo la nuestra; de encontrarse en tantas situaciones no irreales, pero imposibles para quien las sueña.
Los libros nos traen el pasado al momento presente, nos ayudan a desarrollar el sentido del tiempo y de la evolución, imprescindble para conseguir un panorama inteligente de la historia.
"Hice que mis sueños entraran en los libros", afirma Firmín. Qué expléndida es la posibilidad y la capcidad de recrear las narraciones... Muchos, sin embargo, se sienten aplastados por ellas y las siguen acríticamente.
Firmín se queja en un momento dado de que lee mucho, pero se siente condenado al silencio. Hermosa consideración! el era una rata y tenía sus limitaciones, pero la pregunta es por qué tantos humanos, aun leyendo, siguen en silencio. Demasiado a menudo leemos como vemos el horizonte, pasivamente, sin hacerlo nuestro.

Ignacio B dijo...

Leí este libro porque me lo regaló un gran amigo, y me entusiasmó leer su dedicatoria. Deberíamos siempre regalar libros a nuestros amigos, y siempre dedicarlos.

Digo ésto porque en general no suelo leer muchas novedades editoriales (espero no sonar demasiado elitista). Como decía hace poco Martin Amis en una entrevista, es un mero intento de maximizar la utilidad que me proporciona mi limitado tiempo de lectura. Es siempre más seguro leer a Dickens que cualquier publicación reciente. Aunque he de reconocer que yo no he leido nada de Dickens...

Este libro está bien. Es original, entretenido, a veces gracioso, y tiene imágenes simpáticas o atractivas (la rata tocando el piano o hablando por signos, por ejemplo). No es un gran libro, ni siquiera un libro muy bueno, pero no está mal, dentro de su categoría. Y su categoría es la de “fenómenos editoriales”, que no se muy bien como surgen ni se producen. En este caso no es, desde luego, por el marketing: el autor es desconocido, rarísimo, y dista mucho de tener elementos de bestseller (trama complicada, pasión erótica latente, críticas a la Iglesia, por ejemplo). Parece que en este caso es el boca a boca (o boca a oreja) lo que ha causado el fenómeno. ¿Por qué? Porque es que es un libro original, con un argumento fácil de contar y un contenido ameno. Y tiene además un cierto trasfondo romántico, en el sentido del romanticismo como movimiento artístico del siglo XIX, que resulta atractivo al ser humano lector.

Una frase me hizo mucha gracia. Hablando de su amor por una actriz, la rata reflexiona: es efectivamente deprimente un amor no correspondido, pero lo que es realmente terrible es un amor no correspondible.

Los hay mucho peores, aunque al final me quedo con la dedicatoria de mi amigo Nacho.