Novela ambientada en la Lisboa de agosto de 1.938, bajo la dictadura salacista, y en plena guerra civil española. Narrada en tercera persona (sería curioso contar el número de veces que aparece la palabra “sostiene”), describe la historia de un periodista encargado de la sección cultural de un diario vespertino.
Es una novela cargada de melancolía, como la vida del personaje. Es una vida proyectada en el pasado, de un viudo que espera la muerte, sin ninguna ambición especial, tras el fallecimiento de su mujer. Pereira es un hombre solo, sin familia, sin amigos, con una vida neutra, gris, sin relevancia.
Sin embargo, la irrupción de una pareja de jóvenes va transformándola, haciendo que se comprometa con una realidad de la que ha decidido aislarse. Como en casi todas las historias, el autor nos presenta dos bandos –el Bien y el Mal-, escasos en cuanto al número de personajes, pero no en la definición de los mismos. Pereira se sitúa inicialmente en el medio, debido a esa neutralidad exenta de compromiso con la realidad antes mencionada. Pero a lo largo de la novela va derivando hacia lo que el autor sostiene como lado del Bien, y que tiene como colofón un final que imprime a la novela un ritmo muy distinto al del desarrollo de la misma.
Me parece muy interesante la última conversación que mantiene con el sacerdote franciscano, Don Antonio, a la que recrimino quizá la falta de caridad cuando se refiere a los religiosos ejecutados. Menos interesante me parece la teoría de la multiplicidad de almas del doctor Cardoso.
Destaco la nota final, en la que el autor describe, de forma inteligente, la razón que le llevó a escribir esta novela y el formato de la misma.
En definitiva, a través del protagonista Tabucchi nos hace una buena descripción de la época, y de las perversiones de los regímenes dictatoriales, en los que destaca, al margen de incidentes grotescos, la falta de libertad. Y en el mundo en el que vivimos, probablemente esa falta de libertad no sea patrimonio exclusivo de las dictaduras, y ahí lo dejo.
lunes, 23 de julio de 2007
sábado, 7 de julio de 2007
Joseph Roth, “La marcha Radetzky”. Barcelona 1981
Comencé con ilusión la lectura de este libro tras la buena impresión de Job. La verdad es que lo tenía entre los libros a tener en cuenta desde hacía años, pero siempre posponía su lectura. Ahora, aprovechando el ánimo que da la cercanía del Mediterráneo lo he leído con rapidez.
La impresión es ambivalente. Escribe tan bien que gozas con las descripciones, la utilización del lenguaje, las descripciones de los paisajes, personajes, situaciones. Sin embargo, en algún momento he tenido la sensación de cansancio. Me ha recordado otra sensación semejante, hace muchos años, al leer “La Montaña mágica” de Thomas Man, espléndida, pero agotadora.
En realidad, he tenido la impresión de que se trataba de untruco o de un engaño. Los tres personajes, padre, hijo y nieto no tienen consistencia real. Todo el montaje literario se basa en una anécdota-la salvación del emperador por parte del abuelo- que se desarrolla en cinco líneas- pero que da mucho de sí por un estiramiento arbitrario y que se va prolongando con distintos artificios.
Tal vez lo más sugerente constituye el intento de describir el cambio de página, de mentalidad, de organización social que se produce alrededor de la primera guerra mundial. En la historia europea no resulta fácil comprender la configuración del Imperio Austro-húngaro, un conjunto de pueblos y costumbres amalgamadas por una historia más o menos común, una cultura dominante, la germana, y, sobre todo, la figura del emperador. Resulta imuy interesante seguir en el libro algunas observaciones y descripciones que señalan, siempre de pasada, ese atractivo subyugante de la figura imperial en tantos pueblos que, a menudo, no participaban de otra ligazón común. Al agotarse la figura se desmoronó el imperio. Tal vez se puede decirse, algo aparece en el libro, que, más que agotarse el modelo, no fueron capaces de adaptarlo a una sociedad distinta, con más ansias de libertad, con los nacionalismos emergentes y con un socialismo pujante.
Sin embargo, no se trata de una reflexión sobre el tema, al modo de Stefan Zweig en su “El mundo de ayer”, sino de un divertimento literario, muy bien escrito, pero algo insustancial.
La impresión es ambivalente. Escribe tan bien que gozas con las descripciones, la utilización del lenguaje, las descripciones de los paisajes, personajes, situaciones. Sin embargo, en algún momento he tenido la sensación de cansancio. Me ha recordado otra sensación semejante, hace muchos años, al leer “La Montaña mágica” de Thomas Man, espléndida, pero agotadora.
En realidad, he tenido la impresión de que se trataba de untruco o de un engaño. Los tres personajes, padre, hijo y nieto no tienen consistencia real. Todo el montaje literario se basa en una anécdota-la salvación del emperador por parte del abuelo- que se desarrolla en cinco líneas- pero que da mucho de sí por un estiramiento arbitrario y que se va prolongando con distintos artificios.
Tal vez lo más sugerente constituye el intento de describir el cambio de página, de mentalidad, de organización social que se produce alrededor de la primera guerra mundial. En la historia europea no resulta fácil comprender la configuración del Imperio Austro-húngaro, un conjunto de pueblos y costumbres amalgamadas por una historia más o menos común, una cultura dominante, la germana, y, sobre todo, la figura del emperador. Resulta imuy interesante seguir en el libro algunas observaciones y descripciones que señalan, siempre de pasada, ese atractivo subyugante de la figura imperial en tantos pueblos que, a menudo, no participaban de otra ligazón común. Al agotarse la figura se desmoronó el imperio. Tal vez se puede decirse, algo aparece en el libro, que, más que agotarse el modelo, no fueron capaces de adaptarlo a una sociedad distinta, con más ansias de libertad, con los nacionalismos emergentes y con un socialismo pujante.
Sin embargo, no se trata de una reflexión sobre el tema, al modo de Stefan Zweig en su “El mundo de ayer”, sino de un divertimento literario, muy bien escrito, pero algo insustancial.
domingo, 1 de julio de 2007
A Thousand Splendid Suns, por Khaled Hosseini
Segunda novela que leo de este autor, publicada por ahora solo en inglés (está firmada el 31 de enero de 2007). El título es el segundo verso de un poema persa del siglo XVII escrito por Saeb-e-Tabrizi quien, al respecto de Kabul escribe:
“One could not count the moons that shimmer on her roofs,
Or thousand splendids suns that hide behind her walls”
Narrada de manera espléndida, al igual que “Cometas en el cielo”, es una novela dura, que describe sin censuras la difícil vida en Afghanistan, en este caso desde la óptica de dos mujeres, Mariam y Leila.
Mariam es una niña bastarda, que crece incomunicada del mundo exterior, con la única compañía de su madre, a la que el padre de Mariam, un rico hombre de negocios de Haret ha permitido que sus legítimas mujeres exilien a una pequeña choza en el alto de una montaña . Su vida es un canto al infortunio, a la resignación. Está condenada a vivir en la marginación, a tener muy pocos momentos, si alguno, de felicidad. El paso de la niñez a la juventud, y a la madurez no mejora precisamente su existencia. Sin embargo, Hosseini nos describe de forma magistral –bajo mi punto de vista- su fortaleza, su individualidad. A pesar de la sociedad que la rodea, no pierde nunca su personalidad. Tiene una gran vida interior, que es de donde nace la fuerza del carácter de este personaje. A pesar de que todo lo que la rodea es miserable, negativo, a pesar de su escasa educación, es capaz de mantener en todo momento su dignidad. Su vida parece a todas luces insignificante, pero el autor nos enseña a valorarla, a quererla, a admirarla. El juicio que hacemos de su vida, el que hace ella al final de la novela, me hace pensar mucho acerca de los valores, de las prioridades, de las oportunidades que nos presenta la vida. Y de cómo acertar en las decisiones verdaderamente importantes.
Laila, por su parte, disfruta de una niñez más estándar y feliz que la de Mariam. La mayor dificultad de esta etapa es la invasión rusa, que se lleva a sus dos hermanos con los mujahidines, y condiciona enormemente las relaciones familiares. Su amigo Tariq, un niño lisiado por una bomba, que le arrancó una pierna, le acompaña en su transición a la juventud. El retrato de su personalidad, la de su familia, la de sus amigos, está marcado por la invasión rusa, por la lucha de los mujahidines, por la injusticia y crudeza de la guerra. Es la vida de los civiles en un país en el que llueven bombas todos los días, y donde los derechos de las personas brillan por su ausencia. Laila está llamada a grandes causas, pero la vida le reserva serias pruebas, que en muchos momentos de la novela se hacen verdaderamente insoportables. La vida de Laila está condicionada por la guerra primero, por los talibanes después. Pero Hossieni también nos la describe de manera maravillosa, como una mujer fuerte, inteligente, y que al igual que Mariam, no es derrotada por el ambiente que le rodea y conserva en todo momento su dignidad.
Los principales personajes masculinos, Tariq y Rasheed son algo más artificiales, aunque creíbles. Representan el Bien y el Mal, lo que nos gustaría ser – a pesar de sus “pequeños” defectos- y lo que la vida, la sociedad, la miseria, convierte a muchos. Rasheed no es malo por naturaleza, de hecho probablemente sea un ciudadano normal, común, en la sociedad que le ha tocado vivir. Pero evidentemente, no es suficiente, y su carácter repele.
En cuanto a la descripción de los diferentes momentos políticos, de la sociedad afghana, me llaman particularmente dos situaciones: la injusticia que se produce en el exilio de Mariam y su madre Nana, su aceptación por la sociedad (y su traslación a la sociedad occidental, que aunque le repele el exilio físico acepta sin problemas el de las personas), y el gobierno talibán, la asfixia que produce la falta de libertades, su opresión, la impunidad de sus decisiones.
Bajo mi punto de vista novela muy recomendable. Si alguien la quiere leer en inglés que me la pida. En otro caso, compradla cuando salga en español y me la comentáis.
“One could not count the moons that shimmer on her roofs,
Or thousand splendids suns that hide behind her walls”
Narrada de manera espléndida, al igual que “Cometas en el cielo”, es una novela dura, que describe sin censuras la difícil vida en Afghanistan, en este caso desde la óptica de dos mujeres, Mariam y Leila.
Mariam es una niña bastarda, que crece incomunicada del mundo exterior, con la única compañía de su madre, a la que el padre de Mariam, un rico hombre de negocios de Haret ha permitido que sus legítimas mujeres exilien a una pequeña choza en el alto de una montaña . Su vida es un canto al infortunio, a la resignación. Está condenada a vivir en la marginación, a tener muy pocos momentos, si alguno, de felicidad. El paso de la niñez a la juventud, y a la madurez no mejora precisamente su existencia. Sin embargo, Hosseini nos describe de forma magistral –bajo mi punto de vista- su fortaleza, su individualidad. A pesar de la sociedad que la rodea, no pierde nunca su personalidad. Tiene una gran vida interior, que es de donde nace la fuerza del carácter de este personaje. A pesar de que todo lo que la rodea es miserable, negativo, a pesar de su escasa educación, es capaz de mantener en todo momento su dignidad. Su vida parece a todas luces insignificante, pero el autor nos enseña a valorarla, a quererla, a admirarla. El juicio que hacemos de su vida, el que hace ella al final de la novela, me hace pensar mucho acerca de los valores, de las prioridades, de las oportunidades que nos presenta la vida. Y de cómo acertar en las decisiones verdaderamente importantes.
Laila, por su parte, disfruta de una niñez más estándar y feliz que la de Mariam. La mayor dificultad de esta etapa es la invasión rusa, que se lleva a sus dos hermanos con los mujahidines, y condiciona enormemente las relaciones familiares. Su amigo Tariq, un niño lisiado por una bomba, que le arrancó una pierna, le acompaña en su transición a la juventud. El retrato de su personalidad, la de su familia, la de sus amigos, está marcado por la invasión rusa, por la lucha de los mujahidines, por la injusticia y crudeza de la guerra. Es la vida de los civiles en un país en el que llueven bombas todos los días, y donde los derechos de las personas brillan por su ausencia. Laila está llamada a grandes causas, pero la vida le reserva serias pruebas, que en muchos momentos de la novela se hacen verdaderamente insoportables. La vida de Laila está condicionada por la guerra primero, por los talibanes después. Pero Hossieni también nos la describe de manera maravillosa, como una mujer fuerte, inteligente, y que al igual que Mariam, no es derrotada por el ambiente que le rodea y conserva en todo momento su dignidad.
Los principales personajes masculinos, Tariq y Rasheed son algo más artificiales, aunque creíbles. Representan el Bien y el Mal, lo que nos gustaría ser – a pesar de sus “pequeños” defectos- y lo que la vida, la sociedad, la miseria, convierte a muchos. Rasheed no es malo por naturaleza, de hecho probablemente sea un ciudadano normal, común, en la sociedad que le ha tocado vivir. Pero evidentemente, no es suficiente, y su carácter repele.
En cuanto a la descripción de los diferentes momentos políticos, de la sociedad afghana, me llaman particularmente dos situaciones: la injusticia que se produce en el exilio de Mariam y su madre Nana, su aceptación por la sociedad (y su traslación a la sociedad occidental, que aunque le repele el exilio físico acepta sin problemas el de las personas), y el gobierno talibán, la asfixia que produce la falta de libertades, su opresión, la impunidad de sus decisiones.
Bajo mi punto de vista novela muy recomendable. Si alguien la quiere leer en inglés que me la pida. En otro caso, compradla cuando salga en español y me la comentáis.
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