martes, 9 de septiembre de 2008

Vida de San Francisco de Asis, de Raoul Manselli

Desde nuestra visita a Tierra Santa, donde estuvimos magníficamente atendidos por el Padre Barcena, tenía mucho interés en conocer la vida de San Francisco, que he de reconocer me quedaba bastante lejana.
Juan Mari me regaló este libro, que no es en sentido estricto una biografía, sino que más bien pretende ahondar en la figura del santo, no limitándose a narrar los acontecimientos, sino estudiando los porqués de su actuación, de manera que entendamos mejor su grandioso ejemplo.
Es interesante situar a Francisco en los albores del siglo XIII, unos tiempos convulsos para una Iglesia donde la jerarquía hacía que el pueblo estuviese muy alejado de la misma, o lo que es lo mismo, fuese caldo de cultivo de peligrosas herejías. Entre ellas destacaban los "puros" cátaros, o los valdenses. Los clérigos de la época eran mal vistos, y los nmonjes no daban respuesta a las enormes necesidades de la época.
Francisco aparece en un pequeño pueblecito, Asis, y supone una catarsis para la Iglesia. Su historia personal, su conversio, es un ejemplo para todos nosotros. Lo vemos todos los días, solo hay que fijarse en las oportunidades que tenemos de parecernos a él, y por ende, a seguir el camino de Jesús. Francisco es radical. Para ponerse del lado de los marginados se hace uno de ellos. Acoje a la "Dama Pobreza". Rechaza cualquier forma de propiedad (porque ello obligaría a defenderla), y aboga por el trabajo manual a cambio de sustento, sin acumularlo, solo para el día a día. Si no hay trabajo entonces se puede mendigar para alimentarse. Ese es el ejemplo que ve en Cristo. Solicita poder predicar la Penitencia, y ese es el campo que el papa les concede. Admite laicos y clérigos, y se funda una Orden hermana, las clarisas, siguiendo a Santa Clara, quien siente devoción por Francisco. Uno de sus principios básicos es su obediencia a la Iglesia romana, su respeto absoluto por los sacerdotes, en tanto en cuanto son los únicos capaces de transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. Su oración  permanente, y su amor por la naturaleza, en tanto en cuanto es obra de Dios. Su aceptación de todo lo que le envía el Señor, sin ningún tipo de pregunta, y su alegria ante la desgracia, ante el dolor. 
Sus escritos son potentes, y sus oraciones para rezarlas todos los días.
Francisco, un hombre salido del siglo. El Señor os de la paz, como seguro él se despediría.

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