Dicho y hecho, de una tacada me he leído este delicioso ejercicio de Zweig, recomendado por mi amigo Inaaaacio. En 66 páginas el autor nos describe el amor ciego de una mujer por un hombre, basado en el más insignificante de los pretextos. No queda claro por qué le ama, solo que su amor es lo único que da sentido a su existencia. A pesar de la belleza de la descripción, de la dureza de la situación, de la generosidad sin límites que demuestra, de la certeza de que no es correspondido, de la esperanza que se apaga que lo acompaña, la obstinación de ese amor lo hace enfermizo, temporal, insignificante. El autor enfrenta un personaje lleno de amor con uno carente del mismo, al menos de manera activa. El problema es que la confluencia de los mismos le resta toda coherencia y credibilidad a la historia.
En resumen, me ha gustado la forma de describir el amor de la desconocida, pero se me hace difícil de aceptar la figura del escritor por el que se pirraba...
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1 comentario:
Leí este libro hace algunos años. Y su lectura me gustó. No se si la historia es creíble (seguramente yo me lo creo todo), pero el personaje de la chica está realmente logrado. Y su amor total, enfermizo y fracasado, es escalofriante. El libro se lee de un tirón (un tirón pequeño) y deja un buen sabor de boca, como los buenos vinos.
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