martes, 12 de junio de 2007

Job. La resignación traicionada


Joseph Roth. Editorial El Acantilado.

Una preciosa historia contada con maestría. El estilo es propio de un orfebre de la palabra: minucioso, detallista, diáfano, preciso. El tema viene dado por el título: la resignación como ofrenda a Dios; la santa paciencia. El protagonista, hombre sin atributos definidos, como aquel que pintara Robert Musil en un imperio Austro-Hungaro que se desintegraba, encuentra en la resignación el único motivo para sentirse vivo junto a un Yhave implacable. Su familia; los avatares de una historia y una sociedad que buscaban nuevos horizontes; la frontera de una Europa lejana y reducida a la pobreza y la ignorancia, conforman las coordenadas de una historia triste pero esperanzadora.
Sólo pondría reparos al final, quizá un poco artificioso. Pero la comprobación de tal valoración la dejo a vuestra lectura.

5 comentarios:

Peregrino dijo...

Estoy encantado! Nacho me ha regalado el libro, que procuraré importar a mi conocimiento el próximo fin de semana, durante mi largo viaje a Orlando!

Peregrino dijo...

En primer lugar, decir que no esperé al viaje del fin de semana, y en uno anterior a Bruselas, lo he despachado.

De prosa casi en verso, con minuciosas y bellas descripciones de paisajes y situaciones, no tanto de personajes, es un libro que no deja indiferente. Escrito en 1930, y ambientado en los años que cerraron el siglo XIX hasta el fin de la primera Guerra Mundial, nos describe la historia de la familia Singer.

Me cuesta comprender a los personajes. La única trama de las que aparecen en el libro que me parece realmente interesante es la relación de Mendel Singer y Dios, la visión del Dios judío. El resto de personajes me parecen débiles, esteriotipados. Sólo Mendel, analfabeto a pesar de ser maestro, miserable “…no sabe que es pecado. ¡Qué lo esconda!”, egoísta en su fe, contradictorio, mal padre –con algún destello de ternura, el único que le es reconocido al final de su vida-, mal marido, machista hasta la descalificación, cobarde ante los hombres, aunque valiente ante ese Dios al que hay que temer, es descrito de manera para mi intelegible. Como todo hombre, y de ahí la credibilidad del personaje, no es todo miseria. Pero al revés que los protagonistas habituales de las novelas, donde los aspectos negativos son normalmente desbordados por los positivos, veo una descripción a la inversa. Los aspectos negativos del personaje se ven aderezados por alguna mota positiva, que en mi caso no genera simpatía suficiente. Me es más simpático el personaje de Deborah, aunque tampoco me transmite ninguna intensidad. El resto de los personajes creo que son marginales en la obra, y que tienen como única misión servir de eslabones en la novela.

En lo concerniente al paralelismo que se establece en la novela entre Job y Mendel Singer, es probable que sirva bajo la óptica judía. Dios es temor, es un dios autoritario, el lo puede todo, “…con la uña de su dedo meñique puede darles el golpe de gracia, pero no lo hace”. Es tan poderoso que es arbitrario. Mendel Singer ha cumplido rigurosamente sus preceptos, de manera literal (en algún momento recuerda que la escritura no exige a los hijos amar, sino honrar a sus padres). Acepta todos los males que su miserable vida (y por extensión de la vida que ha hecho vivir a los que le rodean), le ha deparado. No entiende en qué ha podido ofender a su Dios, pero acepta resignado (¿quizá porque no sepa que en su momento Mirjam entró en una iglesia cristiana? Menos mal que nunca se lo dijeron ni madre ni hija!). Hasta que ya no tiene nada que perder, o eso cree. Lo ha perdido todo. Dios se lo ha quitado. Lo que antes no valoraba, por ejemplo su mujer, pasa a ser objeto de recuerdo añorado. Todo ello para justificar su ira con Dios. Le da la espalda. Solo vuelve a él cuando entiende que de verdad no le había abandonado (de acuerdo con Nacho en que el milagro es un poco forzado, novelesco y poco creíble, pero imagino que así se verán algunos…).

Frente a ese Dios todopoderoso, arbitrario, duro, nos encontramos ante el Dios que Cristo nos enseña. Como leímos con Juan Mari el viernes pasado en la Epístola de San Juan, Dios es Amor. Qué diferencia en los planteamientos vitales, en la forma de afrontar la vida. La relación del cristiano con Dios es muy distinta. No consiste en observar los ritos, en cumplir fielmente la Escritura (ojo, que a veces nos relajamos en exceso . Nuestro cumplimiento está en el fondo del mensaje “Dios es Amor”. Bajo este prisma, los personajes principales de la obra se me hacen incómodos, lejanos, poco amigos. No me siento identificado con su vida.
También el Dios cristiano permite el sufrimiento, el infortunio, la injusticia. Pero todo ello no dimana de El. Esa es la gran diferencia entre ambos.

Ignacio B dijo...

Pensaba escribir un comentario sobre este libro, que me recomendó acertadamente mi amigo Nacho, y encuentro que el comentario ya está escrito (muy bien escrito) por él mismo.

Ahí va mi granito de arena:

Job es un pequeño gran libro, escrito con sencillez y cuidado. Narra con gran transparencia los avatares de un familia que sufre. Y podemos ver el alma de los personajes, tremendamente reales, en su sufrimiento. Nos habla tmabién de Dios, casi siempre de su silencio. De la sencillez del alma de Mendel Singer ante los avatares de una vida cada vez más dura, cada vez más colmada de calamidades. Asistimos a su desmoronamiento casi total.

Añadiría que el libro me emocionó. Cuenta muy bien una historia bonita, redonda (tomada de la Biblia, nada menos), con trascendencia, y que emociona. Es un libro que he disfrutado leyendo y que me acompaña tras haberlo leido. Qué más se puede pedir a un libro? Nada más. En esto consiste el placer de la lectura-

Buscaremos La Marcha Radezky, del mismo autor...

Ignacio B dijo...

Alfonso, leo ahora tu comentario. Siento no haberlo tenido en cuenta antes.

Yo no he visto en este libro una pista para hacer una comparativa entre judaismo y cristianismo. De hecho, creo que habla del Dios del antiguo testamento, común para ambas religiones. Sí, creo que el libro habla de un Dios más "genérico". O mejor dicho, de la relación con Dios (en general) por parte de un hombre sencillo y tonto que intenta vivir desde su fé.

Anónimo dijo...

JOB

He leído con gusto y emoción este relato, traducción a nuestra sensibilidad del Libro de Job, que tantas veces hemos leído sin que nos llamara mucho la atención. Se trata, en realidad de la pregunta eterna: el sentido de la Providencia y de las maneras de entenderla. Puede entenderse como una Providencia que oprime, estamos dominados por ella, sometidos a su capricho (pero moriré pronto y nadie nos llorará”). De esta comprensión se deduce la absoluta entrega a ella, la resignación y, en su caso, el rencor (“Conmigo no tiene compasión. Pues soy un muerto y vivo”). Conozco tantas personas que han decidido abandonar a Dios si mueren sus hijos en un accidente o por una enfermedad que no aceptan…

Sin embargo, siempre encontramos un modo más personal de vivir el tema (“Como el calor del amor no estaba en nosotros, sino el hielo de la costumbre, todo a nuestro alrededor ha muerto, todo se atrofió y echó a perder”. Buen pensamiento para una reflexión personal.)

Se trata, también, del acuciante problema del mal. ¿Por qué lo permite Dios?

Deborah piensa que el hombre debe tratar de ayudarse a sí mismo, mientras que el protagonista cree que Dios el Absoluto y solo podemos responder aceptando pasivamente cuanto nos envía. ¿Estaba agradecido a Dios o era un ser lleno de temor? ¿Cómo podemos compaginar el amor y el respeto, el agradecimiento y el acatamiento?

En el Nuevo Testamento se sobrepone la imagen del Padre, del dueño de la viña, del Dios que hacer llover sobre buenos y malos. No solucionamos ninguno de los dos problemas, pero el ángulo de visión es distinto.

En una página deliciosa describe la admiración de los emigrantes por América, y en otra la pobreza de muchos, aunque algunos puedan salir de ella. Agobiante y bella escena la del anuncio de la muerte de Sam.

Decís que el milagro final resulta poco verosímil, pero, tal vez, los milagros son tales porque son inverosímiles.
He disfrutado leyéndola. De hecho, la leí de un tirón.