My review
rating: 4 of 5 starsDurante años he tenido la intención de leer esta novela. Ahora, gracias a Alfonso he leído un ejemplar del la 28ª edición. ¿Novela histórica? ¿Historia novelada? Poesía deliciosa de un húngaro que conoce bien la historia hispana.
Se trata de la conquista de Méjico por obra de Hernán Cortés, joven extremeño, estudiante de Salamanca, de familia de hidalgo que luchó en los campos de batalla con los ejércitos de los Reyes Católicos.
Es una novela histórica, aunque conoce bien las crónicas del tiempo, en especial las de Bernal Díaz del Castillo y de Sahagún, los datos arqueológicos y el Olimpo de los dioses aztecas. Parece que domina la ciudad de Tenochtitlan, aunque desconozco qué se debe a su fantasia. El conjunto de descripciones resultan cautivadoras. El perfil de Hernán Cortés resulta fascinante: lector de Julio César, cautivado por la historia romana, atractivo en su porte y en sus relaciones con los demás, humanista, bien formado por sus maestros dominicos salmanticenses, cortés en su trato con poderosos y humildes. Moctezuma no resulta tanto su antagonista cuanto la otra cara de dos civilizaciones y culturas que se encuentran, se respetan y acaban chocando. Moctezuma resulta, también, atrayente, sobre todo, por su porte, conciencia del significado de su poder y respeto al misterio, aun a su costa. No sabemos si su respeto a las tradiciones reflejan un débil o, más bien, revelan a quien es consciente de que su poder e identidad se deben a esa tradición. A otro nivel, puede evocar la figura de Boabdil el granadino.
La “noche triste” resulta épica, en el mejor sentido de la palabra. Noche en la que murieron buena parte de los soldados españoles, se perdieron caballos y cañones, las dos armas mortíferas, y desapareció en el lago la mayor parte del oro tan amado. Su milagrosa recuperación se debió sin duda a la estrategia y las dotes extraordinarias del conquistador.No cabe duda de que la azaña de Cortés y sus quinientos hombres, de desigual condición, constituye una de las epopeyas reales más admirables de la historia. Algunos “historiadores“ le achacan el haber utilizado a pueblos indígenas enemigos de los aztecas, dando a entender que su deber era permanecer sometidos a la tiranía de sus odiados enemigos antes que permitir la victoria de los “rostros pálidos”. Estos “profetas” del pasado conocido exigen hoy la desigual solidaridad de pueblos y continentes frente a desconocidos, en un principio, menos enemigos que quienes les oprimían desde antiguo.
El amor entre Malinalli y Cortés está descrito con delicadeza y pasión. Tuvo papel relevante la indígena, aunque resulta difícil de creer todas las atribuciones que se le atribuyen. A través de esta figura, el autor quiere insinuar el encuentro entre ambas culturas. Malinche representa la fuerza del amor y la importancia de la comunicación, aunque para los rencorosos del pasado se haya convertido en el símbolo de la traición.
Se trata de un libro que atrae, enseña y suscita innumerables preguntas. También en esto resulta sugerente.
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